A tres semanas del día de la elección, las mediciones de intención del voto ponen a la abanderada de Morena por delante de su rival del PRI, Alejandra del Moral.
La candidata de Morena al gobierno del Estado de México, Delfina Gómez, lidera con claridad al día de hoy la preferencia del electorado. Lo hace con un promedio del 57,8% de votos efectivos, extraído a partir de la serie de encuestas más recientes. De confirmarse el día de la elección, la abanderada de Andrés Manuel López Obrador resarciría su derrota por menos de 200.000 votos en 2017, cuando el priistaAlfredo del Mazo le ganó por media cabeza. La alfil del gobernador saliente, Alejandra del Moral, llega a cerrar la brecha con su rival hasta los cinco o seis puntos en las encuestas que mejor la ponen, pero no más allá. La media le deja cerca del 42%. Hace apenas una semana, Del Moral, de 39 años, aseguraba en un mitin que, si bien empezó la campaña con desventaja respecto de Gómez, ya había remontado la diferencia. “¡Ya la alcancé y le voy a ganar la gubernatura!”, decía animando a sus simpatizantes. Sin embargo, a la fecha, no hay ni una sola encuesta que no considere que la candidata morenista, de 60 años, va a ganar las elecciones del próximo 4 de junio.
Gómez, exalcaldesa de Texcoco y exsecretaria de Educación del Gobierno de López Obrador, fue postulada por Morena en alianza con el izquierdista Partido del Trabajo y el muy pragmático Partido Verde, que ha atado su supervivencia en las últimas dos décadas a sus alianzas con cualquier formación política según la circunstancia. Del Moral, exsecretaria de Desarrollo Social en la Administración de Del Mazo, consolidó el modelo de la coalición Va por México, que ha amalgamado al Partido Revolucionario Institucional (PRI) con el conservador Partido Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). En otras palabras: el Estado de México es el espejo de la novedosa tendencia de los partidos nacionales a organizarse en dos grandes bloques, uno, el oficialista, conducido por el partido fundado por López Obrador, el otro, un crisol de ideologías reunidas bajo la sombrilla de ser oposición. En medio de los dos polos ha quedado en la indefinición el centrista Movimiento Ciudadano, que resolvió no presentar candidaturas ni en el Estado de México ni en Coahuila, donde también se disputará la gubernatura.